A diferencia de un conjunto de ideas geniales o un grupo de pistas talentosas, la Producción Musical, paso indispensable para el recorrido de cualquier tema musical, es el proceso de arreglo y creación de sentido de ese conjunto de pistas, ideas o intuiciones. Hacer la transición de la abstracción creativa a la concreción y plasmación formal de esa abstracción en una obra requiere conocimientos, experiencia, capacidad de análisis para ver y entender diferentes caminos, y toma de decisiones.
La poesía ha sido descrita como “todas las palabras correctas, en el orden correcto”. El trabajo del productor es, en esencia, el mismo que el del poeta: entrelazar ideas en un todo unificado, y darle emoción, sentido y trascendencia.
Hoy en día es posible hacer un disco de calidad en un simple ordenador personal, y distribuir digitalmente el contenido en todo el mundo desde el mismo sitio. La desventaja es carecer de filtros significativos que obliguen a las personas a mejorar, a plantearse cosas, a realizar lo necesario para crecer, desarrollar las virtudes y superar las debilidades. De ahí que la producción de un tema no radique únicamente en tener unas pistas, mezclarlas, masterizarlas y poner punto y final. Es necesario darle un sentido, traspasar la frontera que separa un simple producto musical del arte. Y para ello, hay que tener en cuenta muchos aspectos que se llevan a cabo en ese camino que ha venido definiéndose como la producción musical.
Los elementos musicales de una pista no solo brindan alma y carácter a la mezcla, sino también dan ese gancho tan importante (riffs, sonidos, arreglos y demás elementos inmersos en cualquier tema), apenas inapreciables las más de las veces por el oyente.
Nuestro nivel de exigencia es máximo en todos los aspectos de la producción musical. Nuestras producciones cuidan hasta el más mínimo detalle, desde la fase más elemental hasta la más avanzada.
Una buena grabación de los tracks, un buen balance de volúmenes, con su correspondiente tratamiento si lo requiere, puede suponer el 75 % de la calidad final del sonido, antes siquiera de haber entrado en mezcla. Por eso es necesario comprometerse desde el principio, y en cualquier paso que se dé y cualquier decisión que se tome, con ese estado de exigencia que conducirá a la calidad máxima del producto final.
Sin embargo, crear elementos o dimensiones musicales no precisa solo de la magia técnica y la intuición artística. El talento, la inspiración, trabajan mejor en comunión con el conocimiento. Comprender la teoría que sustenta la belleza. Saber cuándo y cómo usar escalas mayores, menores, inversiones, séptimas o novenas. Saber cómo estructurar y moverse con los modos, generar tensiones, dar paso al vértigo del intercambio modal. Dominar la armonía, conocer sus secretos. Solo cuando todos los sonidos se combinan con una sólida comprensión musical, la verdadera magia empieza a suceder.
Pero, sobre todo, no olvides que la música la disfrutamos en las pistas de baile, relajados en casa, en el coche de viaje o mientras trabajamos: diviértete haciendo música, del resto, nos encargamos nosotros.